Comunicado
La purificación del templo (Juan 2,13-25) realizada por Jesús debe ser vista a la luz de su resurrección, para descubrir que Cristo es el verdadero templo, el verdadero lugar de encuentro entre Dios y los hombres.
La libertad religiosa es la expresión personal de la vocación trascendente de cada ser humano, pues éste no puede ser reducido a la dimensión puramente material.
El hombre lo es todo o no es persona en el amplio sentido de la palabra.
Por eso, la persona necesita abrirse a la ayuda divina, para poner en práctica la justicia y el bien común, hasta lograr una sociedad justa y fraterna donde cada ciudadano alcance su realización plena.
La ola de violencia que inunda muchas regiones del país contamina el ambiente y genera más violencia en la sociedad mexicana y veracruzana.
La actuación de Jesús al purificar el templo de Jerusalén pone en guardia a todos frente a las posibles ambigüedades, deformaciones, alteraciones y manipulaciones de lo auténticamente divino y humano por parte de quienes no tienen una comprensión correcta de la persona.
Encerrar al ser humano en una asfixiante búsqueda de ganancia económica y del placer desenfrenado reduce a la persona a un camino sin salida, que produce una instrumentalización del hombre.
El ser humano es un fin en si mismo y no un medio. Para que haya paz y justicia debe reconocerse que la persona es imagen y semejanza de Dios.
Solamente la fuerza de la caridad puede purificar el corazón de los hombres tan llenos de violencia y conseguir que los espacios públicos sean un lugar de encuentro donde todos los ciudadanos puedan vivir la justicia, la paz y el servicio mutuo.
El camino para el verdadero desarrollo radica en reconocer que el ser humano es sujeto de todos los derechos y obligaciones, pues refleja la grandeza del Dios verdadero.
Presbítero Juan Beristain de los Santos
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa



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