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La avaricia no debe dominar la vida social, señala Arquidiócesis de Xalapa

Comunicado

Uno de los rasgos más llamativos en la predicación de Jesús es la lucidez con que él ha sabido desenmascarar el poder alienador y deshumanizador que se encierra en la tentación constante de acumular riquezas para uno mismo, sin pensar en los demás.

El capítulo 12 del evangelista San Lucas enseña la prioridad que debe tener el reino de Dios en la vida de los creyentes y el sentido profundo de ser rico ante Dios, poniendo como prioridad la construcción del reino de Dios, que consiste en un nuevo estilo de vida para que las personas consigan la plenitud humana y divina en el servicio, la justicia y la paz.

La avaricia y la codicia hacen invisibles a los que más sufren y requieren de la solidaridad ciudadana.

Hacerse rico ante Dios haciendo el bien permite ver para ayudar a: Los familiares de más de 200 mil mexicanos asesinados, las familias de los casi 75 mil desaparecidos, los mexicanos de bien que han perdido sus empleos formales y las fuentes de sustento para sus familias ( 405 mil en diciembre pasado), los 32 millones de mexicanos que viven en la economía informal, los 44 millones de mexicanos que están sumergidos en pobreza y los 50 millones de mexicanos que carecen de servicios de salud y acceso al sistema institucional.

Siempre va a ser una verdadera insensatez consagrar todas las energías, la imaginación, el tiempo y las mejores capacidades para adquirir y conservar la riqueza solo para uno mismo, olvidándose de los demás.

Solo se podrán derribar los muros de la pobreza, la desigualdad y la exclusión si cada ciudadano está dispuesto a pensar un poco en cada conciudadano que necesita de la solidaridad, para salir adelante de la pobreza e integrarse en búsqueda del bien común y, de este modo, vivir en la justicia y la paz.

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