* La apatía hacia los que sufran y el engaño bajo todas sus formas denigran a todos, señala Arquidiócesis de Xalapa
Comunicado
México y Veracruz no necesitan solo una transformación, sino una verdadera renovación de la estructura interior y exterior de cada ciudadano para acabar con las condiciones estructurales de pobreza y marginación en la que viven millones de mexicanos y veracruzanos.
El primer paso que debe dar todo ciudadano, autoridad y gobierno consiste en reconocer que se tiene la misma dignidad y una vocación común.
Por eso mismo, crear élites de poder, castas y nuevos grupos privilegiados refleja que todo proyecto venga de quien venga, es pura ideología y discursos vacíos.
Cada ciudadano debe buscar una nueva forma de vivir, que no se reduzca únicamente a pensar y vivir para uno mismo, sino que ayude a reconocer que la unidad de todos en la verdad y en la justicia conseguirá un progreso auténtico y real para todo México.
Hoy es urgente para todos aprender a convivir juntos, sin exclusión de nadie, para crear una sociedad solidaria y justa.
Aquí está la fuerza de todos los ciudadanos. Dicha fuerza está basada finalmente en la caridad, entendida como respeto, reconocimiento, afirmación y promoción de toda persona, sin importar su condición.
Poner al centro a la persona con su vocación trascendente es un camino muy concreto para lograr acabar con la violencia, inseguridad y la marginación, pues requiere ante todo una nueva forma de vivir inspirados en la fuerza liberadora del evangelio.
La apatía hacia los que sufran y el engaño bajo todas sus formas denigran a todos. Buscar el bienestar para mí y los míos es empeorar la situación ya problemática de México y Veracruz.
La indiferencia y exclusión de los más pobres y marginados produce más problemas de los que ya se tienen.



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