En Coatepec, el pueblo decide
Por: Alejandro García Rueda
Hay momentos en la historia en que las decisiones dejan de venir de arriba y comienzan a emerger de la tierra misma, desde el corazón de la gente.
Hoy, Coatepec está viviendo uno de esos momentos. Por primera vez en muchos años, la voz del pueblo vuelve a tener el peso que merece; no como un acto simbólico, sino como el eje real del cambio que encabeza un presidente municipal electo como Nacho Luna, quien llega acompañado por su equipo a construir con la gente: a escucharla, a registrar cada necesidad, a pensar en alternativas, a imaginar cómo transformar cada propuesta en acción.
Esa es la raíz de la nueva administración: un gobierno que se presenta en el corazón de las localidades, que anda por sus caminos, que conoce sus rostros, que se mancha los zapatos de tierra y fortalece paso a paso la esperanza.
Detrás de cada reunión, detrás de cada asamblea y de cada diálogo ciudadano, se está tejiendo algo mucho más grande que un documento técnico. El Plan Municipal de Desarrollo es la voz colectiva de un pueblo que retoma el poder de decisión sobre su destino.
La ciudadanía ha visto con buenos ojos que Luna asista a los salones ejidales, a los puntos clave en las comunidades, y ha correspondido no solo con presencia o escucha activa, sino con el compromiso de trabajar hombro a hombro.
El presupuesto es limitado, en ello el presidente municipal electo ha sido muy claro desde el comienzo. No hay simulación o falsas promesas. Hay claridad, realismo y, sobre todo, compromiso.
Él lo ha dicho con transparencia: si se repartiera el dinero de forma pareja entre todas las localidades, el impacto sería mínimo. Pero si se trabaja con orden, prioridades claras y visión de conjunto, entonces sí se puede transformar Coatepec desde sus cimientos. Esa franqueza ha generado algo muy valioso: credibilidad.
La gente no pide milagros, pide verdad. Nacho la entrega hoy con sencillez y respeto cuando en otros tiempos, a los políticos les resultaba fácil eludir. Anteriormente, en plena transición y entrega de poderes, los ganadores enarbolaban meros discursos; ahora él llega a tomar nota de las inquietudes del pueblo, canaliza, gestiona, da seguimiento… todo frente al ojo público. Un alcalde que escucha, aunque no siempre pueda decir “sí”, vale más que uno que promete y no cumple.
Bien sabe que gobernar con sensibilidad no es tarea de una sola persona. Por eso ha formado un equipo multidisciplinario que entiende que servir es sumar. Los que hablan frente al micrófono lo hacen en nombre de muchos, pero detrás de ellos hay mujeres y hombres comprometidos que trabajan en silencio: que acomodan sillas, instalan el sonido, registran, orientan, planifican, gestionan… y hacen que las cosas sucedan.
Nadie está por encima; todos están al servicio, aportando lo mejor de sí: sus capacidades, habilidades, destrezas, actitudes y aptitudes. Así se está construyendo una administración sólida, humana, incluyente y eficaz.
El ejemplo contagia. En las localidades, las y los coatepecanos están retomando las faenas comunitarias, arreglando calles, limpiando caminos, gestionando apoyos. Se organizan, se ayudan, se mueven, y quienes forman parte del equipo los acompañan.
La síndica electa es ejemplo de ello: participa en tareas de rehabilitación, promueve el trabajo conjunto y demuestra que el servicio público también se ejerce con las manos y con el corazón.
Y mientras tanto, Edgar Díaz hace lo que está en sus manos para contribuir a levantar Álamo y Poza Rica tras la contingencia por las lluvias. Ese es el nuevo rostro de Coatepec: el del pueblo y sus autoridades trabajando codo a codo, compartiendo responsabilidad y orgullo.
Hoy el reto no es solo construir calles, parques o alumbrado. El verdadero desafío es reconstruir la confianza, fortalecer el tejido social y demostrar que un municipio puede crecer sin perder su alma.
Nacho Luna lo sabe: el desarrollo no se mide solo en obras, sino en la capacidad de la gente para creer de nuevo en sí misma. Por eso, este proyecto no busca únicamente administrar recursos, sino encender voluntades.
Porque donde hay voluntad, hay progreso; y donde hay unión, hay futuro.
Hoy, Coatepec se levanta con la certeza de que el cambio ya no es una promesa, sino una realidad en marcha. Un gobierno honesto, transparente, trabajador y sensible, que entiende que servir es escuchar, y que escuchar es el primer paso para transformar.
Este es el tiempo de los coatepecanos: el tiempo de volver a creer, de volver a participar, de volver a decidir.



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